Cientos de experiencias solidarias y sin fines de lucro sostienen el derecho a la conectividad allí donde los grandes prestadores comerciales no llegan. Son el centro del libro “Conectividad popular” que ayuda a dimensionar una participación social creadora, a veces desconocida, para que cientos de miles de argentinos y argentinas tengan acceso a Internet.
El libro recorre una serie de experiencias elegidas por su diversidad de trayectorias, formas de organización y gestión, lugar de pertenencia y dificultades que enfrentan. Es el resultado del trabajo de doce investigadores e investigadoras de la Universidad de Buenos Aires y la Universidad Nacional de Avellaneda, quienes también reflexionan sobre las capacidades y desafíos de las políticas públicas desplegadas mayoritariamente bajo la incidencia de la pandemia de Covid 19, desde la voz y las inquietudes de las organizaciones ante la encrucijada política y social que afronta la Argentina.
El punto en común es la respuesta por parte de organizaciones sociales frente a una necesidad y un derecho: el acceso a Internet en lugares del país donde había serios problemas de cobertura o asequibilidad (servicios inexistentes o brindados con menor calidad y mayor precio). Porque las grandes telcos aún no han podido o querido dar Internet fija en la mayoría de los barrios populares y áreas suburbanas o rurales.
Entonces nos preguntamos cómo son las organizaciones que se han puesto al hombro desplegar fibra óptica y administrar redes, y de qué forma lo han realizado y buscan ser sostenibles en su tarea. Todo ello al tiempo que llevan adelante otros proyectos como mantener comedores comunitarios, tener una radio, dar energía eléctrica o hacer talleres de oficios con salida laboral para las juventudes del barrio.
Las respuestas que obtuvimos son los valiosos testimonios de referentes de La Ranchada IP (Mutual Padre Mugica de Córdoba); Atalaya Sur y El Hormiguero en CABA; La Poderosa; Polo Digital de La Matanza; Asociación Mutual Mercantil Argentina de Villa María; las Cooperativas de energía y servicios públicos como Coopenet de Luján o la de Batán; las redes comunitarias Nono Libre y el Valle Reinicia de Traslasierra; las redes comunitarias de Jujuy y de conectividad en zonas rurales de varias zonas del país.
Cada experiencia tiene raíces en tradiciones y concepciones colaborativas para la efectiva concreción de derechos –en este caso a la conectividad-, generalmente asociadas a formas de la economía social y solidaria. Sus protagonistas señalan sueños de crecimiento, de inclusión y de trabajo a escala. Los relatos alternan entre las gestas para que los Megas de Internet estén a disposición de sus comunidades, la necesidad de visibilización y de comprensión sobre la función educativa, social, productiva y asociativa de las redes, y las respuestas regulatorias o de fomento desde el Estado.
El libro, distribuido por Editorial Mil Campanas en sus versiones de papel y digital, demuestra en forma práctica y sensible la versatilidad de redes de conectividad popular del país. En tiempos de una agenda cargada de cuestiones sociales y económicas en disputa, señalamos cómo la asociatividad comunitaria, la participación social y la comprensión de ciertas áreas de gobierno permiten concretar mayores oportunidades para quienes no son beneficiados por el “derrame” de las ofertas del mercado.
* Docentes e investigadores UBA-UNDAV
Fuente: Página 12