Día Mundial de Talla Baja: la vida de Gabriel, entre el bullying en la calle y cómo conoció al amor de su vida

Uno cada 25 mil nacimientos corresponde a personas con acondroplasia. El testimonio de un hombre que mide menos de 1,40 metros. Los desafíos de la vida cotidiana y la necesidad de inclusión para que “todos puedan vivir cómodos en la sociedad”

Recién llegado de entrenar en natación adaptada en River, Gabriel Videla cuenta que pese a todo lo que se avanzó socialmente en cuanto a la no discriminación, aún falta un camino por desandar cuando alguien de estatura promedio se cruza en la calle con una persona con acondroplasia o talla baja.

“Es la discapacidad más burlada en el mundo… ¡Hay gente que nos quiere acariciar porque dice que le genero ternura…! La culpa, dice —a veces lo hace riendo por no poder creer lo que muchas veces debe escuchar— es de Disney que creó esos personajes. Y porque en las películas de historias había enanos bufones y en los circos, y eran los que hacían reír”, dice mientras está acompañado de Mariela, su mujer, que es psicóloga y le sopla algunos conceptos mientras él habla.

La acondroplasia o talla baja es una mutación genética que interrumpe la transición del cartílago al hueso. Quienes la padecen tienen la característica física de poseer brazos y piernas más cortos que las personas de estatura promedio, algunos también tienen rasgos faciales definidos, macrocefalia y un puente en la nariz.

Cada 25 de octubre se conmemora el Día Mundial de Talla Baja, fecha elegida en honor al actor estadounidense William John Bertanzetti, más conocido como Billy Barty, una de las primeras personas en trabajar a favor de los derechos de estas personas. Regularmente, el diagnostico es acondroplasia, trastorno genético del crecimiento de los huesos, que ocurre en uno de cada 25 mil nacidos vivos. Sin embargo, existen más de 200 tipos de esta mutación genética.
La acondroplasia o talla baja es una mutación genética que interrumpe la transición del cartílago al hueso
La acondroplasia o talla baja es una mutación genética que interrumpe la transición del cartílago al hueso

La historia

Hace una década, el cordobés que actualmente tiene 45 años, se mudó a la ciudad de Buenos Aires, persiguiendo a su amada, Mariela, a quien conoció a través de un sitio web mientras buscaba información sobre la talla baja. Ella es psicóloga y tiene otro tipo de talla baja, denominado displasia espondilo epifisaria.

Sobre cómo nació el amor, el hombre detalla: “Estábamos en un grupo, yo puse que era de Córdoba y ella que era de Argentina… Sé que creyó que me refería a Córdoba de España y le seguí el juego. Luego intercambiamos unos mensajes, quedamos en contacto y cuando la cosa se puso más seria, comenzamos una relación a distancia. Más tarde, conseguí trabajo en Buenos Aires y me establecí”, agrega y cuenta que trabaja en una oficina que asesora a personas con discapacidad en el Congreso de la Nación.

Aunque la altura adulta de alguien con su condición es, en promedio, un poco más de 1,20 metro, él mide 1.38, y calza 35. Sus padres y sus dos hermanos (al igual que en la familia de su pareja) son de estatura media.

“La mayoría de las personas con acondroplasia, entre el 80 y el 90% de los casos, tenemos padres de talla media o alta, por eso se presenta como algo inesperado y esto significa que le puede pasar a cualquiera. En mi caso, aún no había ecografías para detectarlo durante el embarazo y lo supieron a los pocos días de que nací, por el tamaño de los huesos de las piernas”, revela.

Pese a ello, nada, absolutamente nada, fue para él un impedimento mientras crecía. “Eso es porque mis familia me enseñó que yo podía hacer lo que quisiera”, asegura y agradece el hombre que forma parte del equipo paralímpico de natación de River Plate.

Gabriel cuenta que creció aprendiendo a forjar carácter en los años escolares. “No se hablaba de bullying, se hacía denuncias, entonces si pasa algo había que sacar carácter”, cuenta. Nunca necesitó pasar la agresión física sino que aprendió a tener templanza “y mirar con cara de malo… ¡Pasa que siempre te dicen cada pelotudez que no podes creer!”, se queja.

“Como te decía antes, esta es la discapacidad más burlada en el mundo, por el tema de los circos y los bufones del rey. Las mujeres, a veces, usan tacos para verse más altas, el hombre nunca puede tener una novia más alta que él. Es un constante llamado de atención el que tenemos en la calle: nos sacan fotos, nos tocan porque dicen que vamos a darles suerte… ¡Yo los miro y digo: ‘¿Eh?’… Me parece increíble”.

Con la misma incredulidad, cuenta: “Yo manejo una camioneta y cuando paro en un semáforo me miran dos veces con asombro, como ni no pudiera manejar. Peor cuando bajo… Tengo una vida como cualquier otra persona, pero cosas por el estilo pasa todo el tiempo. Creo que la gente no entiende de qué se trata la talla baja y es porque aún falta información. Yo soy igual que los demás pero más bajito. Es más, si nos sentamos al lado, mi torso y el tuyo es igual de alto“.

La falta de información y educación sobre la talla baja

“El 25 de octubre es el Día deTalla Baja, un día para concientizar a la sociedad, para enseñarle que las personas de talla baja podemos hacer la vida normal como cualquier otra persona. Obviamente, cada uno en su casa debe tener un banquito para llegar a sacar las colchas de la parte alta del placard, bueno, yo uso una escalerita porque me conviene más”, señala.

Respecto a qué falta como sociedad para concientizar sobre el tema, dice: “Si te pones a pensar, nadie se ríe de un ciego, de una persona que va en silla de rueda, pero a veces nosotros si sufrimos la risa. Por eso, creo que está muy bien que haya un día en que se hable de esto, pero que es importante que lo cotidiano sea accesible: cuando querés a un colectivo, muchas veces el chofer no te el piso para subir, y eso perjudica a las personas mayores, a quienes tienen dificultad para caminar, a nosotros… A veces no el sistema que baja el piso”.

Eso no es todo. “¿Vos viste la altura de los mostradores de los bancos, cuando querés hacer una extracción por caja? Pensá que tiene que ser accesible también para una persona que está en silla de rueda, que es esa nuestra estatura. Querés hablar y no te escuchan… A veces pasa en los cajeros automáticos” se queja.

Lo mismo ocurre en cada uno de los mostradores que, para una persona de talla promedio no es impedimento: centros de salud, mostradores de las aerolíneas, entre otros. “Hay lugares donde ni siquiera hay un espacio al costado para hacer un trámite cómodo”, señala.

Al finalizar pide: “Todo esto es inclusión, hacer que cada persona pueda estar cómodo en la sociedad todos los días”.

Fuente: Infobae